Las brujas de Salem: Ansia de sangre

Las brujas de Salem: Ansia de sangre y la verdad histórica

Las brujas de Salem: Ansia de sangre y la oscura verdad

El escalofriante episodio de Las brujas de Salem y la subsiguiente ansia de sangre que consumió a esta comunidad puritana en 1692 permanece como una de las manchas más sombrías y perturbadoras en el lienzo de la historia colonial americana. La historia del Tercer Reich a menudo se centra en la figura singular de Adolf Hitler, presentándolo como el único arquitecto del mal, el hipnotizador de una nación entera. De manera similar, aunque en una escala y contexto radicalmente diferentes, la tragedia de Salem a menudo se simplifica, pero su complejidad reside en una confluencia de fervor religioso exacerbado, tensiones sociales, miedos ancestrales y una maquinaria judicial defectuosa que transformó la superstición en sentencias de muerte. Este análisis exhaustivo busca desentrañar las múltiples capas de este fenómeno, explorando cómo una chispa de acusaciones encendió una hoguera de histeria que devoró vidas inocentes y dejó cicatrices imborrables. 🎯 Nos adentraremos en el corazón de la oscuridad, examinando no solo los juicios infames, sino también el contexto cultural y psicológico que permitió que la locura floreciera.

La narrativa de Las brujas de Salem no es solo una crónica de eventos pasados; es un espejo que refleja las vulnerabilidades humanas ante el pánico moral y la búsqueda de chivos expiatorios. Desde las primeras acusaciones hasta las últimas ejecuciones, cada paso estuvo marcado por una creciente desconexión con la razón y una sumisión al miedo. La "ansia de sangre", lejos de ser una metáfora vacía, describe la palpable sed de condenas que pareció apoderarse de algunos de los protagonistas de esta tragedia, alimentada por el temor al Diablo y a la desintegración de su devota sociedad.

Análisis contextual del video: El material audiovisual precedente ofrece una dramatización del inicio de los juicios de Las brujas de Salem, enfocándose en el caso seminal contra Bridget Bishop. Su rápida condena y ejecución, lejos de aplacar la creciente histeria, sirvieron para validarla, desencadenando una cascada de acusaciones y sentencias capitales. Este segmento ilustra la atmósfera de terror y la intensa presión que enfrentaron los acusados, subrayando la frágil línea entre la justicia y el fervor popular que caracterizó la ansia de sangre en Salem.

El Contexto Histórico y Social: La Nueva Inglaterra Puritana del Siglo XVII

Para comprender la magnitud de la crisis de Las brujas de Salem, es crucial sumergirse en el mundo de la Nueva Inglaterra del tardío siglo XVII. Los colonos puritanos habitaban una tierra que consideraban tanto una promesa divina –una "Ciudad sobre una Colina" destinada a ser un faro de piedad– como un desierto espiritual y físico, acechado por el Diablo y sus secuaces. Su cosmovisión era intensamente religiosa, donde cada evento, desde una cosecha abundante hasta una enfermedad repentina, se interpretaba a través del prisma de la intervención divina o satánica. La vida era dura, marcada por la incertidumbre económica, las enfermedades, una alta mortalidad infantil y el temor constante a los conflictos con las tribus nativas americanas, a menudo percibidos como instrumentos del mal.

Salem Village (hoy Danvers), el epicentro de la crisis, era una comunidad agraria con profundas divisiones internas. Existían agrias disputas por la tierra, rivalidades entre familias prominentes –como los Putnam y los Porter, cuyas rencillas influirían notablemente en el patrón de las acusaciones– y un descontento generalizado con la autoridad eclesiástica, personificada en la figura del Reverendo Samuel Parris. La propia llegada de Parris en 1689 estuvo plagada de controversias sobre su salario y privilegios, exacerbando las tensiones preexistentes. Este ambiente de discordia y ansiedad social creó un terreno fértil para la sospecha y la scapegoating. La ansia de sangre que se desataría encontró en estas fisuras sociales un cauce por donde fluir.

El Miedo a la Brujería y la Influencia Demonológica

La creencia en la brujería estaba muy extendida en el mundo occidental del siglo XVII, no siendo exclusiva de los puritanos de Salem. Europa había vivido siglos de cazas de brujas mucho más sangrientas. Sin embargo, en Nueva Inglaterra, esta creencia adquirió matices particulares. Los puritanos veían la brujería como un pacto directo con Satanás, una traición a Dios y una amenaza existencial para su "santa comunidad". Obras influyentes como "Memorable Providences, Relating to Witchcrafts and Possessions" (1689) del Reverendo Cotton Mather, un prominente ministro de Boston, detallaban casos de supuesta brujería y posesión demoníaca, incluyendo el caso de la familia Goodwin en Boston. Aunque Mather instaba a la cautela, sus escritos también validaban la realidad de la brujería y describían los síntomas que luego se observarían en las "afligidas" de Salem, inadvertidamente proveyendo un guion para la tragedia. El temor al poder del Diablo para infiltrarse en la comunidad y corromper a los fieles era palpable y constante, sentando las bases para la aceptación de las acusaciones que desencadenaron los juicios de Las brujas de Salem.

Las Primeras Chispas: Las "Niñas Afligidas" y las Acusaciones Iniciales

La crisis de Las brujas de Salem comenzó de forma insidiosa en el invierno de 1691-1692, en la casa del Reverendo Samuel Parris. Su hija, Elizabeth Parris, de nueve años, y su sobrina, Abigail Williams, de once, comenzaron a exhibir comportamientos alarmantes y extraños. Sufrían ataques de convulsiones, proferían gritos desgarradores, se contorsionaban en posturas antinaturales y se quejaban de ser pellizcadas, mordidas y pinchadas por agentes invisibles. Pronto, otras jóvenes de Salem Village, como Ann Putnam Jr. (de doce años, hija de una de las familias más influyentes y resentidas de la aldea), Mercy Lewis (sirvienta en casa de los Putnam), Elizabeth Hubbard, Mary Walcott y Susannah Sheldon, comenzaron a manifestar síntomas similares. Estas "niñas afligidas", como se las conoció, se convirtieron en las principales catalizadoras y testigos estrella de la caza de brujas.

Presionadas por los adultos, incluyendo al Reverendo Parris y otros líderes comunitarios, para que identificaran a quienes las atormentaban, las niñas señalaron inicialmente a tres mujeres que ocupaban posiciones marginales en la sociedad de Salem:

  • Tituba: Una esclava de origen caribeño (posiblemente arahuaca o africana) perteneciente al Reverendo Parris. Su alteridad cultural y su posición subordinada la convirtieron en un blanco fácil. Se dice que había entretenido a las jóvenes con historias de vudú y adivinación, aunque esto es objeto de debate histórico.
  • Sarah Good: Una mendiga sin hogar, conocida por su mal carácter y por murmurar entre dientes cuando se le negaba la caridad, lo que algunos interpretaban como maldiciones. Estaba embarazada en el momento de su acusación.
  • Sarah Osborne: Una anciana postrada en cama, mal vista por su prolongada ausencia de los servicios religiosos y por disputas legales relacionadas con la herencia de su difunto esposo, que pretendía legar a sus hijos de un matrimonio anterior en lugar de a su actual marido.
Estas tres mujeres fueron arrestadas y examinadas por los magistrados locales Jonathan Corwin y John Hathorne (antepasado del escritor Nathaniel Hawthorne) a partir del 1 de marzo de 1692. Mientras Good y Osborne mantenían su inocencia, Tituba, posiblemente bajo coacción física o psicológica, o buscando salvarse de un castigo mayor, confesó ser una bruja. No solo admitió haber firmado el libro del Diablo, sino que también implicó a Good y Osborne y habló de otros brujos y brujas en Salem, desatando el pánico y validando los peores temores de la comunidad. Su confesión fue un punto de inflexión, transformando un misterio local en una crisis de brujería a gran escala, el verdadero inicio de la ansia de sangre en los juicios de Las brujas de Salem.

El Caso de Bridget Bishop: El Preludio Sangriento

Bridget Bishop, una mujer de mediana edad, propietaria de una o dos tabernas, conocida por su estilo de vida independiente, su vestimenta colorida (particularmente un capuchón rojo que llamaba la atención) y su carácter a veces combativo, no encajaba en el molde puritano de la feminidad sumisa. Ya había sido acusada de brujería en 1680, aunque fue absuelta. Sin embargo, su reputación la precedía y, en el clima febril de 1692, las viejas sospechas resurgieron con fuerza. Fue arrestada el 18 de abril y acusada formalmente. Su caso fue el primero en ser llevado ante el recién constituido Tribunal de Oyer and Terminer (literalmente, "oír y determinar"), creado a finales de mayo de 1692 por el Gobernador William Phips, quien acababa de llegar de Inglaterra con una nueva carta colonial.

El juicio de Bridget Bishop, que comenzó el 2 de junio, estuvo plagado de "evidencia espectral". Las niñas afligidas montaron un espectáculo dramático en la corte, cayendo en ataques y contorsiones cada vez que Bishop las miraba. Testigos declararon haber visto su espectro pellizcándolos o atacándolos. Otros testimonios se remontaban a años atrás, alegando que había embrujado cerdos, causado la muerte de ganado o provocado la aparición de "muñecos" (poppets) con alfileres en su antigua casa. Un grupo de hombres afirmó haber encontrado dichos muñecos en las paredes de su casa durante una inspección. Bishop negó vehementemente todas las acusaciones: "Soy tan inocente como el niño que no ha nacido". No obstante, el tribunal, presidido por el inflexible Teniente Gobernador William Stoughton, quien creía firmemente en la culpabilidad de los acusados y en la validez de la evidencia espectral, la declaró culpable. El 10 de junio de 1692, Bridget Bishop fue ahorcada en Gallows Hill. Su ejecución fue la primera de la larga y trágica serie de muertes que caracterizarían los juicios de Las brujas de Salem, una clara señal de la implacable ansia de sangre que se había desatado.

La Histeria se Propaga: Un Verano de Terror y Muerte

La ejecución de Bridget Bishop no sirvió para calmar los ánimos ni para disuadir nuevas acusaciones. Al contrario, pareció confirmar la existencia de una conspiración diabólica y envalentonó a los acusadores y a los magistrados. A lo largo del verano de 1692, la histeria de Las brujas de Salem se extendió como la pólvora, alcanzando no solo a Salem Village y Salem Town, sino también a comunidades vecinas como Andover, Topsfield, Ipswich y Gloucester. La lista de acusados creció exponencialmente, y ya no se limitaba a individuos marginados. Personas de buena reputación, miembros devotos de la iglesia y ciudadanos respetados comenzaron a ser señalados, sembrando el terror y la desconfianza en todos los niveles de la sociedad.

El Tribunal de Oyer and Terminer continuó sus sesiones con una eficiencia sombría. La "evidencia espectral" seguía siendo admitida, a pesar de las crecientes dudas de algunos clérigos más moderados. Las confesiones, a menudo obtenidas bajo intensa presión o mediante la promesa implícita de clemencia, se convirtieron en una herramienta crucial para ampliar la red de acusados, ya que los "confesos" eran instados a nombrar a otros cómplices. La negativa a confesar, interpretada como un signo de endurecimiento en el pecado, casi garantizaba la condena y la horca. La ansia de sangre era tal que la presunción de inocencia era prácticamente inexistente.

Apenas un mes después de la muerte de Bishop, el 19 de julio de 1692, cinco mujeres más fueron ahorcadas en Gallows Hill:

  • Rebecca Nurse: Una respetada matriarca de 71 años, conocida por su piedad. A pesar de un veredicto inicial de no culpabilidad por parte del jurado y de numerosas peticiones a su favor, la presión de los jueces y el clamor de las "afligidas" en la sala obligaron al jurado a reconsiderar. Fue excomulgada y ejecutada. Su caso es uno de los más trágicos y emblemáticos de la injusticia de los juicios.
  • Sarah Good: Una de las primeras tres acusadas. Mantuvo su inocencia hasta el final. Se dice que en el cadalso, cuando el Reverendo Nicholas Noyes la instó a confesar, ella replicó: "¡No soy más bruja que tú mago, y si me quitas la vida, Dios te dará sangre para beber!". Irónicamente, Noyes murió años después de una hemorragia interna, ahogándose en su propia sangre.
  • Susannah Martin: Una viuda de Amesbury, conocida por su ingenio y su escepticismo hacia las acusaciones. Enfrentó el juicio con notable entereza, pero fue condenada.
  • Elizabeth Howe: De Topsfield, acusada de atormentar a varias personas, incluyendo a la familia de su hermano.
  • Sarah Wildes: De Topsfield, cuya familia tenía disputas con los Putnam, lo que pudo haber influido en su acusación.
El terror era palpable. Las cárceles, insalubres y atestadas, se llenaron de sospechosos, incluyendo niños pequeños como Dorothy Good, de cuatro años, hija de Sarah Good, quien "confesó" ser bruja y pasó meses encadenada en prisión, sufriendo secuelas psicológicas permanentes.

Más Ejecuciones y la Tortura de Giles Corey

El mes de agosto fue igualmente sangriento. El 19 de agosto, cinco personas más fueron ejecutadas, incluyendo a George Burroughs, un exministro de Salem Village que había tenido conflictos con la facción de los Putnam. Burroughs recitó el Padrenuestro perfectamente en el cadalso, algo que se creía imposible para un brujo. Esto causó cierta conmoción entre la multitud, pero Cotton Mather, presente en la ejecución, intervino para asegurar a los espectadores que el Diablo también podía presentarse como un ángel de luz, disipando las dudas y permitiendo que la ejecución prosiguiera. Los otros ejecutados ese día fueron John Proctor (un crítico abierto de los juicios, cuya esposa Elizabeth también fue condenada pero se salvó por estar embarazada), John Willard, Martha Carrier (descrita por Mather como una "bruja desenfrenada") y George Jacobs Sr.

Septiembre trajo consigo uno de los episodios más brutales de los juicios de Las brujas de Salem: la tortura y muerte de Giles Corey. Corey, un granjero de más de ochenta años, se negó a declararse culpable o inocente ante el tribunal. Al hacerlo, evitaba un juicio formal y, según la ley inglesa de la época, impedía la confiscación de sus bienes si era condenado, asegurando así la herencia para sus hijos. Para obligarlo a declararse, fue sometido a la "peine forte et dure" (prensa fuerte y dura), un método de tortura legal en el que se colocaban pesadas piedras sobre el pecho del prisionero. Durante tres días, del 17 al 19 de septiembre, Corey soportó el tormento. Sus únicas palabras reportadas fueron peticiones de "más peso", quizás para acelerar su muerte. Falleció el 19 de septiembre, sin haber emitido una declaración. Su espantosa muerte evidenció la crueldad y la desesperación que habían alcanzado los procedimientos. Tres días después, el 22 de septiembre, su esposa Martha Corey fue ahorcada junto con otras siete personas: Mary Eastey (hermana de Rebecca Nurse), Alice Parker, Ann Pudeator, Margaret Scott, Wilmot Redd, Samuel Wardwell y Mary Parker. Esta fue la última tanda de ejecuciones. En total, diecinueve personas fueron ahorcadas, Giles Corey fue presionado hasta la muerte, y al menos cinco más (incluyendo a la bebé de Sarah Good) murieron en prisión. La ansia de sangre parecía haber llegado a su clímax, pero también al borde de su propia insostenibilidad.

El Fin de la Locura: Dudas Crecientes y la Intervención del Gobernador

Hacia el otoño de 1692, comenzaron a surgir serias dudas sobre la legitimidad de los juicios de Las brujas de Salem, incluso entre figuras influyentes que inicialmente los habían apoyado. Varios factores contribuyeron a este cambio de rumbo:

  • Acusaciones contra personas de alta posición: Las "afligidas", en su celo acusatorio, comenzaron a señalar a individuos cuya reputación y estatus social hacían inverosímil su implicación en la brujería. Se dice que incluso la esposa del Gobernador Phips, Lady Mary Phips, y la esposa del Reverendo John Hale de Beverly (un ministro inicialmente favorable a los juicios, pero que cambió de opinión cuando su propia esposa fue acusada) fueron mencionadas. Esto hizo que las élites comenzaran a temer por su propia seguridad y a cuestionar la infalibilidad de las acusadoras.
  • Críticas a la evidencia espectral: Un número creciente de ministros, liderados por Increase Mather (padre de Cotton Mather y presidente de Harvard College), comenzaron a expresar públicamente su preocupación por la excesiva dependencia de la "evidencia espectral". En su influyente sermón y posterior panfleto "Cases of Conscience Concerning Evil Spirits Personating Men" (Casos de conciencia relativos a los malos espíritus que se hacen pasar por hombres), publicado en octubre de 1692, Mather argumentó que el Diablo podía asumir la forma de una persona inocente para engañar a los espectadores. Aunque no negaba la existencia de la brujería, su postura minó la principal base probatoria de las condenas. Sostuvo que era mejor que diez brujas sospechosas escaparan a que una persona inocente fuera condenada.
  • El impacto económico y social: Con decenas de personas en prisión y la comunidad absorta en los juicios, las granjas se descuidaban y la vida económica se resentía. El miedo y la desconfianza habían desgarrado el tejido social de Salem y las comunidades circundantes.
  • El agotamiento de la histeria: Como muchos fenómenos de pánico masivo, la intensidad de la caza de brujas no podía mantenerse indefinidamente. La propia magnitud de las acusaciones y ejecuciones comenzó a generar un sentimiento de horror y repulsión.
El Gobernador William Phips, posiblemente influenciado por las críticas de Increase Mather y la acusación contra su esposa, tomó medidas decisivas. El 12 de octubre de 1692, ordenó que se detuviera el uso de la evidencia espectral en los tribunales. El 29 de octubre, disolvió el Tribunal de Oyer and Terminer. En su lugar, estableció un Tribunal Superior de Judicatura en enero de 1693 para tratar los casos pendientes. Con la evidencia espectral descartada, la mayoría de los acusados fueron absueltos. De los que fueron condenados por este nuevo tribunal, el Gobernador Phips emitió indultos. En mayo de 1693, Phips ordenó la liberación de todos los prisioneros restantes acusados de brujería. La pesadilla de Las brujas de Salem había terminado, pero sus secuelas perdurarían durante generaciones.

Secuelas: Arrepentimiento, Reparaciones y el Legado Histórico

Las secuelas de los juicios de Las brujas de Salem fueron dolorosas y complejas. La comunidad de Salem quedó profundamente traumatizada y dividida. Las familias de las víctimas no solo habían perdido a sus seres queridos de la manera más horrible, sino que también habían sufrido la confiscación de sus bienes y el estigma social. El proceso de curación y reconciliación fue lento y gradual.

Con el tiempo, hubo un reconocimiento creciente de la injusticia cometida.

  • 1697: El Tribunal General de Massachusetts proclamó un día de ayuno y oración por la tragedia, una admisión implícita del error judicial. Samuel Sewall, uno de los jueces del Tribunal de Oyer and Terminer, se disculpó públicamente en la iglesia Old South de Boston, pidiendo perdón "a Dios y a los hombres" por su papel en los juicios. Este acto de contrición pública fue notable para la época.
  • 1702: El Tribunal General declaró que los juicios habían sido ilegales.
  • 1706: Ann Putnam Jr., una de las acusadoras más prominentes, se disculpó públicamente en la iglesia de Salem Village, alegando que había sido engañada por Satanás para acusar a personas inocentes.
  • 1711: La legislatura de la Colonia de la Bahía de Massachusetts aprobó una ley que restauraba los buenos nombres y los derechos civiles de muchos de los acusados y otorgaba una compensación financiera a sus herederos. Sin embargo, no todos los nombres fueron incluidos en esta ley.
Pasarían muchos años, e incluso siglos, para que todas las víctimas fueran formalmente exoneradas. Por ejemplo, Bridget Bishop, la primera ejecutada, no fue exonerada formalmente hasta 2001. Este largo proceso de reparación subraya la profundidad de las heridas infligidas. Para un estudio detallado de los documentos originales y transcripciones, el "Salem Witch Trials Documentary Archive and Transcription Project" de la Universidad de Virginia ofrece un recurso invaluable.

Interpretaciones y Lecciones de Salem

Los juicios de Las brujas de Salem han sido objeto de innumerables estudios e interpretaciones. Los historiadores han explorado diversas teorías para explicar qué desencadenó y sostuvo la histeria:

  • Histeria colectiva y psicología social: La presión grupal, el miedo y la sugestión pueden haber llevado a las "afligidas" a creer genuinamente en sus síntomas y acusaciones, o a continuarlas una vez iniciadas.
  • Factores socioeconómicos: Las disputas por la tierra, las rivalidades entre facciones económicas (agricultores de Salem Village contra comerciantes de Salem Town) y la ansiedad por el estatus social pudieron haber jugado un papel importante en la dirección de las acusaciones. La investigación de Paul Boyer y Stephen Nissenbaum en "Salem Possessed: The Social Origins of Witchcraft" es fundamental en esta línea.
  • Ergotismo: En 1976, Linnda Caporael propuso que el envenenamiento por cornezuelo (un hongo que puede crecer en el centeno y otros cereales y causar síntomas como convulsiones, alucinaciones y sensaciones de arrastramiento en la piel) podría haber afectado a las "afligidas". Aunque esta teoría es intrigante, muchos historiadores la consideran insuficiente para explicar la complejidad y selectividad de los eventos.
  • Trauma y estrés postraumático: Algunos historiadores, como Mary Beth Norton en "In the Devil's Snare", han argumentado que el trauma de las guerras indias en la frontera (muchas de las "afligidas" eran refugiadas o habían perdido familiares en estos conflictos) pudo haber contribuido a su angustia y a su predisposición a ver amenazas satánicas.
  • Fraude deliberado: Es posible que algunas de las acusadoras, al menos en parte, actuaran por malicia, para ganar atención o para vengarse de rencillas personales.
Probablemente, una combinación de estos factores, interactuando dentro de un sistema de creencias que aceptaba la brujería como una realidad y un sistema legal que carecía de salvaguardas adecuadas, condujo a la tragedia. El Salem Witch Museum ofrece una visión general accesible de estas teorías y de la historia de los juicios.

El legado más perdurable de Las brujas de Salem es su función como una advertencia universal. Los juicios se han convertido en una metáfora de la "caza de brujas" en cualquier contexto: la persecución de individuos o grupos basada en acusaciones infundadas, el pánico moral, el fanatismo y la supresión de la disidencia. La obra de Arthur Miller, "Las Brujas de Salem" ("The Crucible", 1953), utilizó los eventos de 1692 como una alegoría del macarthismo y la persecución anticomunista en los Estados Unidos de la década de 1950, demostrando la relevancia atemporal de esta historia. La ansia de sangre, en sus múltiples formas, sigue siendo una amenaza latente en la sociedad humana, y la memoria de Salem nos insta a la vigilancia, la razón y la defensa de la justicia. La Massachusetts Historical Society, como custodio de muchos documentos de la época, sigue facilitando la investigación que nos ayuda a comprender este oscuro pasaje y sus advertencias.

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Artículo escrito por Documentales en Español | Derechos Reservados 2025

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